Si hoy solucionamos pendientes profesionales con solamente una “call” de cinco minutos, directamente desde tu home office —o desde cualquier lugar del planeta—, tal vez no habría ocurrido lo mismo hace 12 años. Porsi no te acuerdas, en 2010, Internet no era tan rápida como hoy; ni barata. Pero, al año siguiente, en 2011, un episodio transformó la relación entre la tecnología y los negocios: Netflix.
“Fue un divisor de aguas. Hasta el 2010, Netflix era una empresa que alquilaba DVD online. Al año siguiente, lanzó el modelo de streaming para películas. Para que funcionara, era esencial una Internet de alta velocidad. Desde entonces, Internet solo ha mejorado”, cuenta Max Carvalho, director de Soluciones y Asociaciones de Orange Business en América Latina.
Para Max Carvalho, Director de Soluciones y Asociaciones de Orange Business LAM, la pandemia habría traído impactos socioeconómicos todavía más graves si hubiera ocurrido 12 años atrás
Según él, el 2010, estábamos en un verdadero momento de transición, en el que Internet en los hogares todavía era un servicio caro y no estaba disponible en todos lados. “Teníamos que pagar extra para descargar una película por ejemplo, porque, solo con eso, ya se consumía el límite de gigas mensuales. Era bastante oneroso, porque las tecnologías no estaban diseñadas para las soluciones en nube, que recién estaban comenzando”, explica Max.
Home office, un sueño
Con una Internet más lenta y más costosa, poquísimas herramientas de colaboración y otras limitaciones de comunicación, trabajar desde casa en una pandemia, en 2010, habría sido muy complicado.
“Pocas empresas habrían podido hacer home office eficientemente. Además de que la calidad del servicio de Internet residencial no favorecía ese modelo de trabajo, pocas empresas disponían de una estructura adecuada para que el colaborador accediera, de forma remota, a un ambiente virtual o un repositorio central de archivos. No eran comunes los softwares corporativos de comunicación y transferencia de datos. Lo que existía en esa época eran correos, que no servían mucho para el intercambio rápido de mensajes, ni para la creación de grupos y threads, ni facilitaban el envío de archivos grandes”, explica Danny NG, COO de Spacetime Labs.
“Pocas empresas hubieran podido hacer home office eficientemente”, dice Danny NG, COO de Spacetime Labs.
Pero no nos podemos olvidar de la capacidad de resiliencia del ser humano y que cualquier desafío genera una oportunidad. Según Max Carvalho, a pesar de todo, las empresas habrían buscado soluciones para seguir funcionando. “No sería tan simple como ahora. Cablear, en contexto de pandemia, habría sido complicado, habría demandado demasiado tiempo. Entonces, habríamos tenido que buscar soluciones mediante satélite o radio, que son caros”, explica.
Max cree incluso que, muy probablemente, la presión de las empresas para volver a trabajar in situ habría sido más grande, porque el costo de mantener a los trabajadores en sus casas habría sido altísimo.
La ciberseguridad seguramente habría representado un gran riesgo. Hoy en día, existen muchas herramientas que refuerzan la seguridad de datos de las empresas y, aun así, hubo distintos ataques virtuales desde que empezó la pandemia, en 2020. Imagina hace 12 años, cuando no estábamos tan avanzados en este aspecto.
En la nube
La situación podría haber sido un poco más parecida a la actual si la pandemia hubiera ocurrido a partir del 2015, dice Max Carvalho. En 2017, por ejemplo, ya había muchas aplicaciones en la nube. En 2020, casi todos estaban en ella. Pero, en 2010, eso era una novedad.
“Las empresas apenas empezaban a llevar su infraestructura al data center, sacaban sus servidores y sus aplicaciones del ambiente de oficina y los ponían en un lugar centralizado, seguro, con soporte 24 (horas) los 7 (días) de la semana, con varias soluciones para mantener sus servicios funcionando, con acceso desde varias ubicaciones. Era el inicio de la transformación digital, el primer paso en dirección a la nube”, cuenta el Director de Soluciones de Orange.
Danny Ng dice que, hoy, ya disponemos de distintas herramientas colaborativas para escribir documentos, planillas, gestionar proyectos y producir códigos en paralelo, y estos ya lidian con la competencia de múltiples usuarios y versiones. “En aquella época, la mayoría de las veces, habríamos tenido que pasarnos el archivo de persona a persona por e-mail o aun peor, por pen drive”, evalúa.
Comunicación con ruidos
Conversar por aplicaciones de mensajería era posible el 2010, pero cualquier videoconferencia podía consumir todo el Internet disponible del mes. Según Danny Ng, en aquella época ya existían buenos softwares de videoconferencia. Sin embargo, la cobertura de conexión de banda ancha en Amércia Latina todavía era una fracción de la actual y su velocidad era de menor magnitud. Había muchas chances de que una reunión online con el equipo fuera caótica.
“Recuerdo participar de proyectos de calidad de banda ancha con grandes operadoras brasileñas en aquella época. Seguramente más regiones, en comparación con la actualidad, habrían sufrido con el problema de conectividad de alta velocidad fija, importantísima para viabilizar el envío de grandes archivos, el uso de la nube y la realización de videoconferencias”, dice Ng.
Recuerda que los smartphones no eran comunes en 2010, y la conexión de alta velocidad móvil era bastante limitada. “Participé de la planificación del lanzamiento del 4G en aquel momento. Hoy, este es indispensable para el tráfico móvil de alta velocidad. Como el smartphone fue el hardware usado por muchos brasileños para participar de aulas remotas y para el trabajo, el 4G fue fundamental en ese período de la pandemia”, cuenta Danny.
Empleos y escuelas: un serio problema
No quedan dudas: la pandemia habría vuelto todo mucho más complicado hace 12 años. Incluso, las tasas de desempleo podrían haber sido más altas que las actuales. “Las empresas que no hubieran tenido cómo asumir los costos de seguir los protocolos para mantener la presencialidad o que no hubieran podido adoptar una solución de trabajo híbrida, que era muy cara en aquel momento, tal vez habrían tenido que cerrar”, cree Max Carvalho.
La falta de Internet de calidad también habría impactado mucho en la vida de los niños. “Probablemente, ellos habrían vuelto a las clases presenciales más temprano ya que, al principio, eran los menos afectados por la enfermedad, pero eso habría sido más arriesgado”, recuerda Max, que concluye: “Menos mal que no lo vivimos hace 12 años”.
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