La tecnología cambia la manera de operar la infraestructura, respondiendo a las nuevas formas de trabajo; pero demanda cambio de mindset.
Las redes definidas por software (SDD), ganan fuerza en el mercado como un modelo de arquitectura, capaz de permitir el aprovisionamiento automatizado y la virtualización. Según una encuesta del IDC, la estimación es que el sector moverá US$ 12,5 mil millones para 2020 en todo el mundo, un incremento del 53,9% con respecto a 2014.
A pesar de que la red física sigue teniendo el mayor peso dentro del segmento de ese mercado en 2020, el crecimiento mayor se pronostica en las dos categorías de software - la capa de virtualización y control, y las aplicaciones SDN - que, juntas, deben alcanzar cerca de US $ 5,9 mil millones, según la perspectiva de la IDC.
Con el fenómeno de transformación digital, que es parte de la agenda de compañías de todos los tamaños y segmentos, TI necesita reposicionarse y trabajar de manera más proactiva, generando un cambio en la forma de entregar los servicios. La SDN entra exactamente en este escenario: generando un cambio en la forma en que opera la infraestructura, respondiendo a las nuevas formas de trabajo, con mayor control de acceso a las aplicaciones e información de la compañía y, utilizando la infraestructura de manera más eficiente y políticas de seguridad más eficaces.
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Pero, al igual que en todo nuevo proceso, la red SDN requiere una preparación de la empresa. No se trata de algo meramente operativo que implica la instalación de un software y listo. Además de atender a las cuestiones de negocio, entrenamiento de usuario final, implementación de procesos y formas de usar la tecnología, el área de TI también necesita ser parte del cambio. Esto es porque, SDN no es una herramienta que organiza la infraestructura, sino una evolución de la red. De manera más simple, el papel de la red de datos es interconectar servicios, computadoras, máquinas y personas, pero hasta entonces, ese era un trabajo manual sujeto a errores. Con la tecnología, el control, la gestión y el funcionamiento centralizado de la red estos procesos son más simples y organizados, con menos variables, menos puntos de cambio y menos errores.
Para una gestión efectiva, es esencial mirar tres pilares:
1. Infraestructura
El primer paso es realizar un análisis previo. Antes de comenzar la implementación, es necesario conocer y entender todos los procesos y funciones de la red actual y de los profesionales que la atienden, analizando atribuciones de todos y sus especialidades.
2. Cultura
La SDN cambia el perfil del equipo, éste debe tornarse más colaborativo. Así, corresponde al CIO mostrar los beneficios aportados por la tecnología, como esos cambios impactan el negocio y la experiencia del usuario - más rápida y productiva -, además resaltar la importancia del monitoreo y cómo trabajar con una gestión más automatizada. La capacitación debe estar presente desde el principio hasta el final de la implementación. Es necesario entrenar y calificar todo el equipo, mostrando los procesos y herramientas y cómo manejar el día a día de la gestión de la red, hasta que todos se sientan preparados -y no amenazados- por la innovación.
3. Tecnología
Al mismo tiempo que la tecnología SDN da más agilidad al negocio, con mayor automatización y facilidad en la orquestación de la infraestructura, el ecosistema detrás de su implementación requiere inversiones en una nueva plataforma de gestión y nuevos conocimientos en el área de TI, enfocados en software y el desarrollo de APIs.
De esta forma, con el cambio a SDN, es necesario contar con un socio de tecnología que haya implementado este tipo de soluciones a gran escala y, preferentemente, con la arquitectura SDN basada en estándares abiertos, que permita la evolución de la plataforma para soportar el máximo de soluciones disponibles en el mercado. Además, tan importante como la implementación correcta, es evaluar la capacidad de este socio de tecnología para mantener la nueva infraestructura actualizada, ya que la tecnología estará en constante evolución, asegurándose que pueda incorporar nuevos servicios a demanda.
Pero el esfuerzo vale. Con la tecnología es posible, desde optimizar costos, ya que las compañías pasan a usar menos equipos; hasta perfeccionar las políticas de seguridad de la información y de las aplicaciones, que pasan a ser controladas de manera más organizada y eficiente. Con una red programable, es posible acompañar el crecimiento empresarial y la innovación con el uso de recursos bajo demanda. El objetivo de cualquier actualización tecnológica siempre debe estar ligado a la mejora de la productividad para todos: clientes internos y externos.
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Con casi 20 años en Orange Business, Felipe Stutz es director de soluciones para Latinoamérica, administrando y desarrollando toda la cartera de soluciones de la empresa en la región. A lo largo de los años, Felipe ha ocupado varios puestos en desarrollo comercial, pre-ventas y operaciones y ha estado activo en actividades de ventas centradas en la innovación y la creación de valor para clientes y en el desarrollo de estrategias comerciales y de soluciones.