No existe regla para definir cómo integrar tecnologías tradicionales y emergentes. La evaluación de la estrategia de negocio es el camino para unir lo nuevo al legado.
La transformación digital es una megatendencia que vino para quedarse. La afirmación puede hasta sonar cliché, pero no hay como escapar a esta realidad. Con las tecnologías superándose cada año y la estrategia de datos ganando tracción en el mercado, las empresas vuelven su atención cada vez más a la innovación en busca de disrupción de modelos de negocios tradicionales. IDC apunta que, a finales de 2019, la inversión en transformación digital en el mundo debe llegar a U$S 1.7 billones, un incremento del 42% en la comparación con 2017.
Una de las principales dudas de CIOs y organizaciones en general es sobre el legado. Prácticamente todos los proyectos demandan, primero, la comprensión de la infraestructura instalada para luego elegir qué soluciones se necesita integrar para dar el siguiente paso hacia el futuro digital.
La cultura digital cambia los perfiles profesionales, los métodos de gestión y el entorno de TI. Esto no significa, sin embargo, que organizaciones tradicionales y nacidas en el medio analógico -y mucho antes del surgimiento de conceptos como inteligencia artificial, machine learning, big data e Internet de las Cosas (IoT, por su sigla en inglés) - deban comenzar desde cero. El legado debe ser incluido para que CIOs y negocios como un todo alcancen, efectivamente, los beneficios de la transformación digital, como optimización de recursos, agilidad de procesos y disminución de costos.
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El salto, sin embargo, no es simple. El legado es uno de los componentes más importantes para entender el momento de la empresa y el camino que habrá que recorrer hasta llegar al futuro deseado, pues permite una evaluación sobre el nivel de importancia de sistemas y hardware considerados superados, pero que todavía son esenciales para el mantenimiento del negocio . Es justamente por ese grado de variación en el uso de herramientas y soluciones que no existe un norte absoluto cuando se habla de integración de la infraestructura.
El momento actual es híbrido, pues, desde el punto de vista financiero, es imposible promover una actualización tecnológica completa de la organización.
Cuando se habla del concepto de tecnologías colaborativas, por ejemplo, existente en América Latina desde los años 90, muchas empresas que mantienen diversas formas para garantizar la comunicación en cualquier momento o lugar, en un ambiente hiperconectado. La conectividad de este entorno demanda una coexistencia entre lo nuevo y lo antiguo: por un lado las empresas adoptan soluciones utilizando Internet pública y la nube, mientras que por otro, todavía dependen de centros de datos tradicionales para mantener datos almacenados. La actualización de tecnologías antiguas y la construcción de ambientes digitales dependen de una política estratégica de negocios bien definida y de común acuerdo de TI con otras áreas organizacionales.
Mientras que algunas empresas se transforman para encontrar espacio en el mundo digitalizado, otras ya nacieron en ese contexto y son 100% digitales, haciendo uso de tecnologías flexibles y programables en lugar de cajas pesadas y no adaptables. Integrar el legado y lo contemporáneo de manera sostenible es cuestión de supervivencia. Al final, todos caminan hacia la era del cliente, en que la experiencia del usuario es el foco para mantener la competitividad en el mercado.
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Samir El Rashidy es director de servicios corporativos de Orange Business para las Américas. Es responsable por los servicios que Orange brinda a sus clientes y ayuda a las grandes empresas a desarrollar estrategias de integración de tecnología para satisfacer sus necesidades de negocio. Durante los últimos 15 años, Samir ha liderado equipos de desarrollo de negocios, partners y gestión de proyectos, llevando innovación a grandes empresas. Samir tiene una amplia experiencia global, ha trabajado en tres continentes y habla inglés, portugués, español y árabe.