El concepto, establecido en software, permite la aplicación de inteligencia en el proceso; Gartner dice que su completa adopción puede reducir en hasta un 90% el tiempo de entrega de la infraestructura de red.
El mundo nunca estuvo tan conectado como hoy y, seguramente, no se compara con lo que será mañana. Imagina el escenario en algunos años. Gartner predice que serán 20,4 mil millones de cosas conectadas —en uso— en el mundo hasta el 2020, en un ambiente altamente soportado por inteligencia artificial, nube, machine learning y big data. Esta combinación de tecnologías genera una fuerte demanda por conectividad, trayendo una nueva tendencia de infraestructura: la red basada en la intención (intent-based networking, o IBN).
A lo largo de los últimos años, oímos hablar sobre una infinidad de cambios y conceptos, como híbrido, software (software-defined network, o SDN), virtualización de las funciones de red (network functions virtualizations, o NFV) y software-defined wide area networking, o SD-WAN, lo que hace que de a poco la conectividad —ya sea en internet, en el data center, entre objetos, etc.— se despegue del hardware.
IBN lee y asimila datos para definir los patrones de comportamiento y, en suma, tomar decisiones sin la necesidad de intervención humana. El programa se vuelve responsable de determinar las reglas, siempre prediciendo el próximo comportamiento, según las demandas que recibe.
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Eso significa que la red pasa a tener todavía más importancia, porque deja de ser solamente un camino de transmisión y gana inteligencia. Gartner, por ejemplo, dice que la implementación completa de IBN puede reducir el tiempo de entrega de la infraestructura de un 50% a un 90% para las organizaciones líderes del mercado, a la vez que disminuye el número y la duración de las interrupciones en el proceso en, por lo menos, un 50%.
La red se vuelve más flexible y el tiempo de respuestas disminuye porque esta se adapta a las necesidades, programando y reprogramando sus modelos. Imagina proyectar, en la base de datos, un coche para que este vaya a una velocidad de 80 km/h para llegar a una determinada ubicación todos los días a las 8 de la mañana. La estimación dirá que al vehículo le llevará dos minutos para ir de un punto al otro. Sin embargo, ese cálculo cambia cada día porque aparecen imprevistos, como peatones, semáforos y tráfico intenso, por ejemplo. La programación tendrá que adecuarse conforme a una infinidad de posibilidades. Del mismo modo en que una aplicación de tráfico puede ayudar en la prevención de anormalidades, IBN será capaz no solamente de avisar, sino de predecir opciones de control y ofrecer soluciones.
La aplicación de inteligencia en lo que antes era considerado solamente un medio va a brindar más tiempo para discusiones estratégicas. El desafío desde ahora será entender quién estará preparado para dejar de lado algunas discusiones operacionales y dirigir la atención al negocio. El automóvil está yendo a toda velocidad y logra cambiar su propia ruta sin la intervención de nadie. De nada sirve tratar de frenarlo.
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Hace 2 años, Leandro Laporta se unió a la Comunidad Climate Fresk y ha estado trabajando con Sandra y Bertrand para difundir esta iniciativa como facilitador en las Américas. Él es una figura clave en América Latina, ayudando a formar un grupo de Facilitadores para talleres que se llevarán a cabo tanto en portugués como en español. Tiene como objetivo entrenar al equipo de LAM, y, sobre todo, nos ayudará a alcanzar nuestro objetivo global de tener al 60% de los empleados de Orange Business capacitados para fin de año.