Ser una mujer emprendedora en el área de tecnología conlleva muchos desafíos. Al fin y al cabo, se trata de un área mayoritariamente ocupada por hombres y que, a pesar de los avances en la lucha por la equidad de género, todavía se encuentra impregnada, en muchos casos, por un cierto machismo.
En el contexto actual, de crisis sanitaria, emprender, para las mujeres, realmente es más difícil. Según una investigación del Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae), la proporción de mujeres emprendedoras en este período disminuyó, en Brasil, de un 34,5% del total de emprendedores, en el 2019, al 33,6%, en 2020. Las tareas domésticas y el cuidado integral de los hijos, en la pandemia, están entre las principales causas de esta baja.
Sin embargo, la venezolana Danhalit Zamalloa es uno de los ejemplos de mujeres que siguieron adelante con su visión emprendedora a pesar de los enormes obstáculos. A los 26 años, ella creó su primera startup, una fintech de pagos que fue reconocida por el Banco Central de Venezuela. Después de cuatro años, aunque con un negocio exitoso, decidió ingresar a otro emprendimiento.
Hoy, ella es la CEO de WIBO, una plataforma que conecta comercios minoristas de alimentos con sus consumidores, llevando la experiencia digital [hacer pedidos y pagos online] al espacio físico. En tiempos de pandemia, en que todo contacto personal es una exposición al riesgo, la solución no podría ser más bienvenida. Por ahora, la plataforma opera en Perú y en Chile.
Danhalit nos habló sobre su trayectoria, sobre su desarrollo como líder, sobre el negocio que comanda y reflexionó acerca del crecimiento del emprendedurismo femenino, especialmente en el mundo de la tecnología.
Transformar las ideas en acción
“Soy comunicadora social de formación; sin embargo, esa etapa de mi vida no duró mucho, debido al cierre de los medios de comunicación en Venezuela. Entonces, mi carrera, de algún modo, se orientó a los emprendimientos. Además de actuar como líder estudiantil, trabajé en una ONG que se encarga del desarrollo personal y profesional de jóvenes estudiantes, la AIESEC. Creo que ahí nació la pasión por hacer las cosas para mí misma y entendí que podría crear valor para la sociedad a partir de esos emprendimientos.
Al terminar el trabajo en AIESEC, en 2015, decidí montar mi primera startup, PagoFlash. Fuimos la primera fintech de pagos reconocida por el Banco Central de Venezuela, tuvimos más de 800 clientes en cuatro años de funcionamiento y, con todo este entusiasmo, el destino nos llevó a la expansión. Llegamos a Lima, en Perú, donde cambiamos nuestra percepción; vimos que el contexto era otro, que todo era distinto fuera de Venezuela. Entonces, decidimos emprender en un nuevo proyecto, WIBO”.
La creación y el éxito
“Somos tres fundadores de WIBO. Yo soy la responsable de la dirección general de la empresa. Tengo una socia, Ariadna, que también es venezolana, con quien trabajé en la primera startup. También tengo un socio, Brian, que es director de tecnología, que conocimos en Perú.
Con la experiencia de la startup anterior, nos dimos cuenta de que la transformación digital llegaría a todos los espacios y que todo el comercio que conocimos —y como lo conocimos— sería electrónico de alguna forma, no solo en la forma de pago. Desde ahí nació WIBO, que es una plataforma de comercio digital para tiendas o restaurantes que quieren digitalizar la experiencia dentro del espacio físico: primero, porque es eficiente; segundo, porque es más inteligente y ofrece una experiencia más personalizada al usuario.
Para nosotros, ofrecer ese tipo de experiencia genera un valor emocionante. Empezamos con un piloto en Lima y, en menos de tres meses, teníamos nuestro primer producto técnico en el mercado. Esta validación inicial fue importante, porque nos dimos cuenta de que el usuario estaba listo, que él quería esa tecnología. Entramos en Startup Chile [aceleradora del gobierno chileno] y eso nos hizo llegar a Santiago, en el programa TSF, de emprendimientos liderados por mujeres. Ahora, estamos acá. Desde el año pasado, con la llegada de la pandemia, vivimos un período de mucha lucha y esfuerzo, pero avanzando y creciendo”.
Mujeres emprendedoras
“Soy apasionada por el tema del emprendedurismo femenino y creo que todavía hay mucho por hacer. Las estadísticas nos dicen que no solo hay menos mujeres en el mundo de los negocios, sino que también son menos proclives a estar inmersas en tecnología y obtener capital. Una vez que eres mujer en esta área y logras obtener capital, es bastante probable que obtengas menos rentabilidad que un hombre.
Pero creo que la visión de la mujer en la empresa es más estable, a largo plazo y, tal vez, más sólida en comparación con la de los hombres, que también son maravillosos y necesarios. Pero a veces ellos pueden ser un poco más impulsivos e intranquilos. Al fin y al cabo, creo que el ecosistema empresarial se construye con ambos. Muchas industrias exigen esas ganas, ese impulso, pero también demandan estabilidad, porque muchas veces surgen problemas debido a las decisiones apresuradas”.
Cambio de escenario
“La tecnología es algo maravilloso, permite equiparar mujeres y hombres, es una oportunidad, uno de los principales motores de crecimiento de América Latina y uno de los caminos para salir de la pobreza. La tecnología necesita la mirada femenina y, a la vez, les permite a las mujeres generar grandes negocios y riqueza. Cuando pensamos en tecnología, tenemos modelos como Steve Jobs, pero espero que pronto podamos tener una referencia femenina fuerte, y ellas ya están surgiendo.
Una de mis inspiraciones es Sheryl Sandberg, de Facebook, que es una mujer increíble, no solo por su trabajo, sino también por su humanidad y por promover el empoderamiento femenino. Melanie Perkins, fundadora de Canvas, también es un ejemplo de cómo volverse una mujer exitosa; lo hizo de una forma disruptiva e inusual. También hay una venezolana, Anabel Perez, que está haciendo un trabajo increíble con su fintech en Miami [NovoPayment] y, hoy, es una referencia en el mundo de la tecnología.
Finalmente, creo que, a pesar de ser desafiante —por todos los obstáculos culturales que hay que superar—, ser mujer es, cada vez más, una oportunidad, porque ahora nos estamos apoyando. Hoy, hay más programas orientados a las mujeres y una mayor conciencia en el mundo sobre los desafíos que enfrentamos”.
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