La incertidumbre sobre el mejor modelo para la digitalización inyectó U$S 23 mil millones en este segmento, pero ese proceso demanda más que consejos: exige acciones como la revisión de procesos y el cambio desde la dirección y de la cultura organizacional.
La transformación digital está sucediendo —nos preparemos para ella o no— y construir ese camino puede ser un proceso confuso y problemático. No solamente porque demanda una serie de cambios en los procesos y en el mindset del negocio, sino también porque hay una infinidad de tecnologías disponibles.
La incertidumbre sobre el mejor modelo para la transformación digital inyectó U$S 23 mil millones en el segmento de consultoría de TI, según Source Global Research. Considerando que la estimación de IDC es que los gastos con ese proceso llegarán a U$S 1,3 billones hasta el final de 2018, los servicios de consultoría todavía estarán en el centro de la discusión para muchas organizaciones.
Pero hay que estar alerta. Según Forbes, cerca del 80% de los proyectos de transformación digital fallarán si tienen como foco solamente a la tecnología. Y, así como la tecnología sola no es responsable de salvar ninguna organización, la consultoría técnica tampoco se debe ver como un fenómeno capaz de solucionar todos los problemas de la empresa. Este servicio funciona como parte de la tarea previa a la transformación digital que ayudará a la organización a viabilizar los cambios necesarios.
La consultoría de negocios ayuda a la compañía a identificar las soluciones que mejor se adecuen a la planificación estratégica, a revisar los procesos, a actualizar la arquitectura tecnológica y a adaptar la dirección y la cultura organizacional. También funciona para las empresas que buscan utilizar mejor las nuevas tecnologías —con foco en verticales específicos y en la integración del legado—, para las que todavía no definieron o construyeron los pilares estratégicos o que necesitan reorganizar la infraestructura tecnológica.
La consultoría puede actuar en cuatro fases distintas:
La primera es la identificación, etapa destinada a la verificación del ambiente, así como de las prioridades y los objetivos, el posicionamiento, las iniciativas en marcha y la previsión de crecimiento para los próximos años. Con el apoyo de los líderes y de los otros profesionales, se hace un análisis profundo para comprender los objetivos y evaluar los proyectos que se desarrollaron con la tecnología ya existente, con el fin de verificar qué funciona y qué no y qué está obsoleto y se debe actualizar, por ejemplo. A partir de eso, la consultoría puede hacer consideraciones sobre la adopción de soluciones y herramientas, además de indicar quiénes son los socios más adecuados para la transformación y los posibles impactos, positivos y negativos, de cada uno.
La segunda fase, es la del design. Cuando ya se identificaron los objetivos y los desafíos, se hace posible trabajar en la creación o la mejora de procesos existentes, así como en el diseño de la solución que se implementará. Esa es la fase de mayor énfasis de la consultoría ya que, en esencia, el resultado de ese proceso es lo que determinará todo el cambio que se implementará dentro de la organización.
El tercer paso es la implementación, que consiste en el seguimiento de la adopción de las tecnologías y los cambios en los procesos, además del desdoblamiento posterior a la realización de todas las acciones que se definieron en el diagnóstico inicial. La etapa final es la de evaluación de los resultados, para garantizar que las soluciones y las herramientas se estén utilizando de forma correcta y eficaz, entregando los resultados programados. Generalmente, esta última fase es recurrente durante el ciclo de operación de la consultoría como parte de un proceso de gobernanza que evalúa el comportamiento —de las personas y de la tecnología— y el impacto en el negocio.
Es importante recordar que un análisis consultivo bien hecho solo es posible cuando hay un intercambio y una colaboración potentes entre los consultores y los profesionales de la empresa. El mayor riesgo es darse cuenta, solamente después de la implementación, de que el análisis inicial no consideró puntos críticos para el negocio. Eso puede poner en riesgo la inversión que se hizo y el impacto puede ser devastador.
Embarcarse en el camino digital es urgente para ganar relevancia y mantener la competitividad, pero todo lleva su tiempo. Adoptar tecnologías solamente para ser innovador puede echar todo a perder. Lo importante es respetar el momento de cada negocio, sin caer en la presión de transformarse a cualquier costo. No basta con ser ágil, también es necesario tener la visión y la precisión para que la transformación digital alcance resultados sostenibles.
Samir El Rashidy es director de servicios corporativos de Orange Business para las Américas. Es responsable por los servicios que Orange brinda a sus clientes y ayuda a las grandes empresas a desarrollar estrategias de integración de tecnología para satisfacer sus necesidades de negocio. Durante los últimos 15 años, Samir ha liderado equipos de desarrollo de negocios, partners y gestión de proyectos, llevando innovación a grandes empresas. Samir tiene una amplia experiencia global, ha trabajado en tres continentes y habla inglés, portugués, español y árabe.