Las tareas que exigen inteligencia emocional no sólo requiere de máquinas; la transformación digital debe acompañarse también del desarrollo de personas.
¿Cuántas veces te encontraste con noticias sobre los puestos que desaparecerán debido a la inteligencia artificial? Incontables, estoy seguro. Pero hay otro lado en este escenario: según una encuesta de Gartner, la IA eliminará 1,8 millones de puestos hasta el 2020 y, en simultáneo, creará 2,3 millones de nuevos empleos durante el mismo período. Esto quiere decir que la evolución tecnológica no es solo un proceso que automatiza distintas actividades, sino un progreso natural que debe acompañarse, también, del desarrollo humano.
Por supuesto que hay distintas realidades. Este abordaje funciona bien para los países desarrollados, que podrán reubicar la fuerza de trabajo —que antes actuaba en actividades repetitivas, por ejemplo— en ocupaciones estratégicas para el negocio. En los países subdesarrollados esa realidad es diferente. Debido a la falta de conocimiento y de especialización, las personas que pierdan sus empleos tendrán más dificultades para reinsertarse.
El camino está en el conocimiento. Para los profesionales —más grandes o jóvenes, con más o menos experiencia— buscar más capacitación, ejercitar su creatividad y seguir las tendencias, son aspectos obligatorios. Para las empresas, ir más allá de la tecnología en esta nueva organización de la sociedad significa, más que nunca, entender que no hay inteligencia artificial sin inteligenica humana. Es la inteligencia emocional, algo que las máquinas y softwares jamás van a tener, lo que sienta la base para todo tipo de evolución.
En la salud, por ejemplo: la inteligencia artificial ya permite garantizar la seguridad de la información y generar órdenes médicas para el paciente, pero aún el seguimiento de un profesional médico es imprescindible. En este contexto, desarrollar habilidades tecnológicas se vuelve esencial en la carrera de medicina —lo que no vemos reflejado en el sistema de educación, atrasado en el proceso de transformación—. Como resultado, seguimos formando médicos que todavía no entienden el mundo digital. Y eso pasa con profesionales de las más variadas áreas: periodismo, derecho, artes, y muchas otras.
Se trata de una discusión que va más allá de la tecnología y del negocio, sino que involucra temas que todavía son problemas estructurales en la sociedad, como la educación. Pero el hecho de que las personas estén en el foco de la evolución, formar profesionales que puedan ocupar los nuevos puestos de trabajo es un desafío que debe superarse. La pregunta en cuestión es: ¿qué estamos haciendo para garantizar que los seres humanos sigan en el centro de la digitalización?
George Paiva es gerente de Recursos Humanos para América Latina en Orange Business.