La tecnología debe servir al ser humano, y no al revés. La frase puede sonar como un cliché, pero es una idea muy necesaria para aquellos que trabajan y desarrollan tecnología. Sin el ser humano en el centro, la transformación digital simplemente pierde su razón de ser. Después de todo, toda innovación tiene como objetivo satisfacer las necesidades humanas.
Hoy en día, un tema muy recurrente en el mundo de la tecnología es el IoT, el Internet de las Cosas, que conecta dispositivos con el fin de permitir o facilitar procesos. El IoT no es más que el uso efectivo de la información y datos disponibles para que el potencial de los equipos o máquinas sea aprovechado al máximo.
Existe un gran malentendido, que es muy común, en creer que una tecnología como el IoT quita el protagonismo del ser humano en los procesos. Por ejemplo, el sistema de reconocimiento facial está presente en varios aeropuertos de todo el mundo. Un ser humano desarrolla el algoritmo que va a definir todo el sistema. ¿Qué tipo de criterios se utilizarán para identificar quién debe o no pasar en la cola de la aduana? ¿Apariencia? ¿Sobre qué base? Son preguntas que sacan a la luz toda una discusión sobre la ética en la tecnología, pero que ante todo muestran cómo todo el poder sigue estando en nuestras manos.
La información y la tecnología ya están disponibles y pueden desarrollarse aún más. Lo que falta es una predisposición de la gente a cambiar de cultura. Si el ser humano no acepta, por ejemplo, que su información sea utilizada por sistemas de IoT para ofrecer nuevos servicios y experiencias, la tecnología no se desarrollará.
Y esto vale para otras tendencias, como Machine Learning e Inteligencia Artificial. Son tecnologías que no reemplazarán al ser humano, sino que sólo aumentarán el potencial de la información disponible y, con ello, harán que los procesos sean más eficientes. El cambio está en el orden del proceso: cada vez más el ser humano se ocupará de actividades en posiciones más estratégicas dentro de las empresas, y menos en lo operacional.
Esto ocurre en medio de una gran transformación cultural en el mundo hiperconectado. El consumidor moderno está menos dispuesto a tratar con intermediarios. Para dar un paseo por la ciudad, por ejemplo, una aplicación de transporte puede mediar en su relación con el conductor, sin grandes trámites burocráticos. Para hacer una transferencia de dinero, el blockchain te da la posibilidad de realizarla sin depender de un banco.
Poner al ser humano en el centro del proceso de transformación es esencial no sólo para las empresas y los negocios, sino para que la tecnología cumpla adecuadamente su papel, que es facilitar la vida de las personas.
Hace 2 años, Leandro Laporta se unió a la Comunidad Climate Fresk y ha estado trabajando con Sandra y Bertrand para difundir esta iniciativa como facilitador en las Américas. Él es una figura clave en América Latina, ayudando a formar un grupo de Facilitadores para talleres que se llevarán a cabo tanto en portugués como en español. Tiene como objetivo entrenar al equipo de LAM, y, sobre todo, nos ayudará a alcanzar nuestro objetivo global de tener al 60% de los empleados de Orange Business capacitados para fin de año.