Los datos son el combustible esencial que impulsa los servicios y sistemas de estos lugares y mejora la vida de las personas que viven y trabajan allí. Pero eso, deben usarse de manera responsable.
Por su parte, una encuesta reciente realizada por la Comisión Europea reveló que los ciudadanos de ese continente tienen muy poca confianza en los gobiernos para administrar sus datos de manera responsable.
Una investigación de PwC encontró que, en términos del sector privado, sólo el 21% de los consumidores dicen que tienen una mayor confianza en el uso de sus datos por parte de las empresas. Estas cifras son preocupantes: a medida que más y más personas se trasladen a las ciudades, los datos serán el elemento vital de las mismas. Tanto los municipios como las empresas privadas que operan los servicios de las grandes urbes, tienen gran trabajo por hacer.
El desafío financiero
Los datos ya eran considerados esenciales para el desarrollo de las ciudades en el futuro, pero lo son aún más a raíz de la pandemia mundial. La Liga Nacional de Ciudades encuestó recientemente a más de 900 ciudades de Estados Unidos, y descubrió que las ciudades promedio de este país tuvieron una reducción del 21% en los ingresos fiscales y un aumento del 17% en los costos debido a la pandemia. Así, se enfrentan al reto de no despedir trabajadores y al mismo tiempo brindar los servicios necesarios en las comunidades. Las TIC pueden ayudar a reducir costos y mejorar las prestaciones que se ofrecen. El uso de un enfoque basado en datos será vital para ofrecer servicios de la manera más rentable.
El papel de los datos
En un webinar reciente de Orange Silicon Valley se analizó cómo el uso responsable de los datos y la tecnología dará forma al futuro de las ciudades y destacó en tres premisas centrales:
- El COVID-19 tendrá un efecto duradero en la vida humana
- La aceleración digital será el núcleo de este efecto duradero
- Los datos estarán en el centro de esa aceleración digital
Los datos recopilados a través de IoT y otras fuentes jugarán un papel clave en la construcción de la infraestructura de las megaciudades de 2030. Éstas ya tienen estrategias de transporte masivo en marcha basadas en datos de movimiento de pasajeros en un nivel básico de infraestructura. Más allá de eso, las iniciativas a futuro incorporan líneas eléctricas, carreteras, sistemas de agua, monitoreo ambiental, gestión del flujo de tráfico, estacionamiento y mucho más, todo basado en datos. Como resultado, existe un gran debate sobre quién decide el camino a seguir y cómo se gestiona.
Como comentó Will Barkis de Orange Silicon Valley: “Desde un punto de vista ético, debemos administrar las implicaciones de un todo inteligente. Economía, infraestructura, cambio climático. ¿Cómo nos aseguramos de que los beneficios de la tecnología smart superen los aspectos negativos? "
Gobernanza de datos para smart cities
Dado que los datos son el combustible con el que funciona una ciudad moderna, es importante establecer cómo se gestionan. ¿Quién decide qué hacer con todos los datos de la ciudad? ¿Cómo pueden las ciudades garantizar un uso justo y que la discriminación o la exclusión no provengan de su uso? ¿Cómo se garantiza la privacidad de los ciudadanos?
Hay acciones que los gobiernos pueden tomar para impulsar el uso responsable de los datos. Un marco regulatorio es esencial, y algunas recomendaciones que los administradores de ciudades inteligentes pueden implementar incluyen:
1. Formulación de políticas: se debe comenzar por construir un consenso en torno a principios éticos sólidos que den paso a la formulación de políticas de la ciudad.
2. Capacitación: trabajar con el personal de la ciudad, tanto en el sector público como en el privado, para impulsar la educación sobre los beneficios y riesgos de las tecnologías inteligentes centradas en datos.
3. Co-innovación: fomentar aportes y conocimientos de diversos actores involucrados, incluyendo empresas especializadas u otros gobiernos municipales.
4. Comunicación: articular los beneficios de la privacidad y la ética digital a las partes interesadas de la ciudad de manera clara y comprensible.
5. Consulta pública / privada: dedicar tiempo y recursos para involucrar a la población. Es importante entender la opinión pública sobre temas controvertidos como las tecnologías de vigilancia, por ejemplo.
6. Participación: identificar oportunidades en las que los ciudadanos puedan participar e influir en los proyectos de recopilación y análisis de datos.
El uso responsable de datos generará resultados positivos
“La próxima era de ecosistemas de ciudades inteligentes consistirá en organizaciones transformadas digitalmente impulsadas por datos que aborden las prioridades sociales clave como la salud, la economía, el medio ambiente y el clima”, agregó Barkis. “Lo harán mediante la implementación de una variedad de tecnologías nuevas y bien establecidas como big data, inteligencia artificial (AI) y aprendizaje automático (ML), cloud / SaaS, computación en el edge, IoT y conectividad, incluidos 4G, 5G, LP- WAN y FTTH, todos respaldados por la ciberseguridad".
El impacto del uso responsable de datos puede generar resultados que ayuden a la recuperación del COVID-19 y mucho más. Por ejemplo, durante el webinar de Orange Silicon Valley se destacó que la pandemia y los problemas de salud en general afectan de manera desproporcionada a diferentes grupos de personas en la sociedad. Los datos podrían ayudar a impulsar un sistema más equitativo. Este tipo de modelado en una ciudad inteligente puede tener un efecto dominó en la reapertura de negocios de forma segura o en la distribución eficiente de vacunas.
El rol de los datos es ahora más crítico que nunca: acelerar la regulación de la privacidad es el principal riesgo emergente para las organizaciones a nivel mundial. La gobernanza correcta puede garantizar que las urbes cumplan con los requisitos normativos y de privacidad y, al mismo tiempo, cosechar los beneficios de los datos para impulsar el avance y el porvenir.
En este podcast, Will Barkis, director de Orange Silicon Valley, analiza los cambios al que se enfrentan las megaciudades.
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