Garantizar una política interna que considere el entrenamiento de todo el personal es el primer paso para proteger los datos en la era digital.
Una congruencia de factores viene causando una verdadera revolución en el ambiente de trabajo. Por un lado, el fin de las barreras físicas la descentralización de los equipos es un factor cada vez más recurrente, con los empleados situados en estados o provincias e incluso países que tienen que trabajar conjuntamente en diferentes proyectos. Por otra parte, la generación Millennial, extremamente conectada y acostumbrada a las ventajas aportadas por la digitalización de procesos y medios de comunicación, invade el entorno corporativo, estando presente en todos los niveles de decisión. El requisito de la presencia física en la oficina da paso a la búsqueda de la excelencia en la entrega y el servicio. Poco importa desde dónde cada uno trabaja. Bienvenido a la era digital.
Hoy en día, el 94% de las empresas consideran la agilidad y la colaboración como aspectos críticos para el éxito de las organizaciones, según un estudio de Deloitte. La misma consultora apunta que profesionales nacidos entre 1980 y 1996 representan cerca de la mitad de la fuerza de trabajo en el mercado mundial - ocupando, inclusive, posiciones senior.
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En este nuevo contexto, las herramientas de colaboración, como plataformas que promueven la formación de equipos interdepartamentales, chat persistente, redes sociales corporativas y llamadas de vídeo, permiten que el empleado trabaje conectado y se mantenga en contacto con colegas y clientes en una forma simple y flexible.
Es justamente para promover el intercambio constante de información en un ambiente "sin fronteras", que el concepto de espacio de trabajo digital demanda de una política interna de seguridad de la información para asegurar la protección de la conexión más vulnerable a la delincuencia cibernética: el ser humano. El primer paso para garantizar la protección e integridad de los datos es, invariablemente, el entrenamiento del equipo. Todos tienen que ser conscientes de los riesgos involucrados en sus prácticas y, más que eso, el impacto que un comportamiento personal vulnerable tiene sobre la empresa en su conjunto. Asumiendo que la persona utiliza la laptop y el Smartphone de la compañía para otras actividades a través de conexiones no seguras, toda una empresa corre el riesgo de estar expuesta a fugas de información relevante, al robo de propiedad intelectual, o incluso a la interrupción sus trabajos.
El digital workspace demanda tecnologías básicas de protección, como encriptación, túnel y otros sistemas de mitigación y bloqueo de ciberataques. También hay soluciones de análisis que ayudan a evaluar el nivel de seguridad de la información y la forma en que el comportamiento de los profesionales está interfiriendo o contribuyendo a la protección de datos. Por otro lado, se puede utilizar la información de cambios de comportamiento de la red de datos como alarma de seguridad.
En un mundo en el que la tecnología y el capital humano son los dos principales viabilizadores de la supervivencia de las empresas, comprender la diferencia entre poseer y compartir la información - valiosa para los negocios - es lo que ayudará a proteger los datos empresariales.
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Rodrigo Coppola es gerente de desarrollo comercial para América Latina. A lo largo de los años, ha estado trabajando en diferentes áreas dentro de Orange Business, como Project Management, Pre-Sales, Consulting y Business Development. Rodrigo se enfoca actualmente en soluciones de colaboración, respalda las necesidades de nuestros clientes, señala oportunidades, expande asociaciones y promueve nuestro portafolio de colaboración en la región.